Santiago Lozano. Felicidad, 2008. Impresión digital sobre lienzo. 150 x 150 cm. (59 x 59 pulgadas).
Santiago Lozano
Maria Jose Ramirez
La producción plástica de las nuevas tecnologías, en general, deja atrás los soportes tradicionales y opta por los medios digitales como forma final de presentación de las obras. En un proceso inverso, el trabajo de Santiago Lozano tiene la particularidad de utilizar los medios digitales como herramienta para producir obras en formatos convencionales. Específicamente, hablamos de cuadros sobre lienzo que son el resultado de un proceso donde el computador y programas de diseño hacen las veces de pinceles, brochas y pigmentos, para ¿pintar¿ virtualmente y luego, mediante impresiones de gran formato, ¿estampar¿ el lienzo con un resultado impecable.
Por su desempeño en el medio del diseño y la publicidad, el devenir creativo de Lozano intencionalmente se aparta de la interacción del pintor de caballete con sus materiales. Al componer y descomponer, probar con un trazo y otro, con una textura u otra, el artista ejerce un control casi obsesivo sobre su proceso creativo y depura al máximo el margen de error de una línea equivocada, de un color que por exceso se contaminó, de un emplasto con volumen en plena tela, y establece casi afiches que son a la vez una exploración pictórica. Con esta técnica combina elementos reales y físicos, como trazos de lápiz, carboncillo y pastel o acrílico y acuarela, con elementos fotográficos y objetos reales. Todos estos elementos son digitalizados a través de un scanner de alta resolución, en muchos casos aumentando drásticamente su tamaño y su textura. Luego el computador funciona como un artífice del collage, combinando, dando color y componiendo todos esos elementos. Una vez está la imagen en pantalla a satisfacción del artista, se envía el archivo digital a una impresora que logra lo que conocemos como giclée, de altísima resolución (4000 dpi) y a 12 tintas (4 cyan, 4 magentas, 3 amarillos y negro). Esta ¿pintura digital¿ no tiene otra justificación que la de la practicidad de poder combinar muchas herramientas de manufactura directa sobre el lienzo con efectos tecnológicos y complementarios entre sí.
En esta, su primera exposición individual, reúne 16 obras desarrolladas durante los últimos tres años, en torno al tema de los estados anímicos del ser humano bajo el título ¿Catarsis¿. Con este, se permite exteriorizar momentos y reflexiones desde un ángulo íntimo y muy personal, referenciando sus propias vivencias a nivel de relación con el otro, de cavilaciones sobre el entorno inmediato y de la conducta humana en general. Esa parte conceptual evoca emociones y pensamientos que el artista traduce en términos visuales ¿brochazos amplios y burdos, trazos sueltos y casi infantiles de lápiz y pastel, rotos, cuerdas y puntillas¿ cada uno de los cuales tiene un claro significado racional y/o emocional. ¿Esa catarsis de mi alma, la completa lo que el espectador pueda inferir o sentir en cada cuadro¿. Por eso no puso los títulos de las obras en la pared buscando que el espectador se apropiara de cada cuadro de una manera muy personal con interpretaciones intuitivas. ¿Casi como esas pruebas Rorschach que se usan en psicología, en las que el espectador ve una mancha y dependiendo de su estado emocional y sus condiciones infiere algo de ella¿.
Una de las obras más llamativas de la exposición está compuesta por un enorme aro centrado en el lienzo de 150 x 150 cm, en marrones y rojizos con trazos en diferentes texturas como de pasteles, carboncillo y acuarela. Un segmento de la circunferencia está atravesado por alambre de púas. El aro simboliza el ciclo sinfín de lo rutinario, como la entrada a un túnel sin luz al final, que se refleja en la soledad de una persona que se atrapada y torturada por su propia soledad y que no encuentra como romper con esa situación.
Otra obra interesante es un formato horizontal-rectangular, con fondo de texturas ocres y pálidas como las páginas de un libro antiguo. En la parte inferior, la imagen difusa de una soga que se va deshilachando lentamente, se ve barrida por un brochazo en varios tonos de rojo. Representa para el autor el doloroso proceso, casi imperceptible del alejamiento entre dos personas. Donde la falta de comunicación y donde el halar cada uno para su lado, va rompiendo inevitablemente hasta los vínculos que podrían parecer más sólidos.
Así, Lozano va reclamando como suyos algunos elementos que se vuelven recurrentes en su obra. Como los objetos constrictores y punzantes (la soga, el alambre de púas) y otros que denotan desasosiego y un espíritu algo torturado (tachuelas, espirales repetitivos, contundentes manchas que resaltan esos objetos minimalistas dentro de fondos abstractos). Cabe resaltar que lo rígido de la técnica tan ¿limpia¿ y controlada, logra un contraste especial con el carácter sensible del temperamento del artista muy involucrado con un afán de entender la psiquis propia y de los otros y que se cuestiona constantemente sobre nuestra existencia.
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